viernes, 30 de marzo de 2007

Sobre la personalidad autoritaria en el seno de la familia moderna. (Al rededor de un texto de Horkheimer)

En el nacimiento de la edad moderna, con la llegada de los oficios liberales, comienza la emancipación de la familia burguesa.
En su geneología se gesta desde el principio una contradicción, ya que el concepto de familia aún conserva el principio de "sangre". Ese que la dota de
un componente esencialmente irracional; permanece así como una insitución feudal necesaria para la naciente sociedad industrial.
Surge así una contradicción entre "el hombre liberado de la servidumbre en casa de los demás que se ha convertido en dueño y señor de la propia".
La diferencia entre Estado y Sociedad no eliminó en el hogar la dependencia personal directa.
La familia ciementaba la sociedad feudal de tal manera que la lealtad de los miembros de la familia al pater familias era análogo al de los súbditos
feudales y subsituía el interés racional del obrero mediante el contrato de trabajo.
Pese a la emancipación del obrero racional de los elementos patriarcales del feudalismo en pos del cálculo y la razón la familia seguía siendo uno de los
factores fundamentales de la economía nacional del siglo XIX; el éxito de los pequeños negocios de esta dependia fundamentalemente de las tareas
de administración y planificación empresarial entre los miembros de la casa.
Con la desaparición del comercio familiar la entidad de la familia deja de tener sentido y la autoridad paternal adquiere un aspecto irracional.
Sin embargo, pese a los cambios importantes, las ideas morales, religiosas que provienen de la estructura patriarcal siguen constituyendo un núcleo
básico de la cultura actual occidental.
Las creencias enraizadas en la familia constituyen el cemento de nuestra sociedad; incluso, explica Horkheimer, de ello de pende la supervivencia de la
civilización actual.
Pese a que las instituciones más poderosas tratan de fortalecer la unidad familiar ésta puede tornarse ideológicamente vacía y carente de sentido al
resistirse al curso de la historia.
"Así, cuanto más terreno pierde la familia como unidad económica esencial en la civilización occidental, más importancia atribuye la sociedad a sus
formas convencionales"
Como garantes del núcleo familiar las instituciones inciden en el papel de la mujer en el matromonio, ya que las presiones exteriores que constityen la
desigualdad social entre hombre y mujeres las obliga a necesitar del respaldo de una institución bien enraizada como es el matrimonio.
"En nuestra sociedad altamente organizada, las mujeres se alían a los grupos más eficientes de la cultura de masas para defender y propagar este
aspecto de la familia".
A su vez, los elementos mediáticos de la sociedad intentan fundamentar una visión romántica del matrimonio para así enmascarar su carácter
pragmático, que consiste en el rol de la mujer como donadora de estabilidad, la cual ha de ganar el hombre gracias a la observación de los preceptos
morales-familiares.
Antes de la ilustración el hombre era definido según su desigualdad social: amo, esclavo, caballero...; en cambio hoy en día, al haberse reducido a un
átomo social, a una identidad abstracta, es capáz de diferenciarse de su función social.
Aparece la función del matrimonio gracias a esa diferencia entre sujeto y función en el interior de la familia; pese a que en el núcleo familiar estos entes
hacen el papel de maridos y esposas, los propietarios de estos títulos se sienten libres de despojarse de ellos porque no son, en ninguna medida,
determinaciones esenciales de sus identidades. Son yoes egoistas y abstractos que emergieron en los albores de la sociedad industrial y sus intereses
económicos.
Según Horkheimer esto explica el endurecimiento de los caracteres en los hijos, a causa de un defectuoso desarrollo emocional, tras ser conscientes
de la discrepancia de caracteres entre los padres. Éstos son padres en la medida en que satisfacen sus intereses personales de realización, tal que
unaempresa que se establece o se disuelve en algún lugar según sus beneficios y productividad.
Esto lleva a los niños a una prematura madurez que puede dar paso a una personalidad autoritaria.
La destrucción de la familia elimina ese elemento mediador entre individuo y estado (como ejemplo el III Reich). "A medida que la familia ha dejado de
ejercer una autoridad específica sobre sus miembros, se ha convertido en terrenod de entrenamiento, de ejercicio para la autoridad en sí". La dinámica
familiar de la sumisión aún sigue operativa, pero contribuye a fomentar un espíritu de agresividad y totalitarismo en vez de los intereses particulares de
la familia. El niño prescinde entonces de la autoridad paternal al verse de bruces con la realidad exterior a su casa, así que ajusta su carácter a la
dinámica de poder que le exigen estado y sociedad.
El niño deja de identificarse con ese padre débil, así que busca un padre más fuerte y poderoso, y lo encuentra en la imaginería fascista ( en el caso del
III Reich). En el caso actual el padre tiende a reemplazarse "directamente por entidades colectivas; la escuela, el equipo deportivo, el club, el Estado."
De tal manera, este ensayo de paternalismo estatal, lleva al niño a aceptar de forma gradual toda forma de autoridad.
El papel de la madre es la de planificadora y calculadora de la educación y los designios del hijo equilibrada entre la reprimenda y la manifestación de
cariño. Se trata de una actitud pragmática en el ejercicio de la maternidad. Se hace así ésta una portavoz de la fría realidad exterior. Cuando en otras
épocas la madre era el elemento que suavizaba el choque de ambos ámbitos: el de la familia y el estado. Gracias a esta función potenciaba
la individualidad del niño frente a las exigencias totalizantes del estado. El niño, entonces, actua como un pequeño adulto: con un ego independiente y
sólido, pero con un vacío de contenidos que poda colmar el educador funcionario, el entrenador o el líder de cualquier grupo: "su sumisión ante el poder
verdadero le predispone a aceptar las formas totalitarias de la vida".